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miércoles, 20 de abril de 2011

Se acabó la liebre

Se ha acabado la liebre y les toca comerse el gato. Se han acabado las cenas a media noche de conservas de serpiente con reducción de mandragora y cicuta, en la mesa de tu domicilio en el exilio europeo. Parece que los militares se quedan sin políticos. Se acaba E.T.A.
La parte de la política vasca que no condenaban la violencia ya empiece a tantear palabras para ello. Se puede acabar todo esa lucha como consecuencia de la ampliación del concepto civismo de la ciudadanía vasca, una nueva sensibilidad. No sucede por que los pseudoperiodistas de la ultraderecha o los cargos orgánicos del partido popular muestren las debilidades de España diciendo duras imbécilidades de como acabar con el terrorismo. Los que vivieron el G.A.L. como una corrupción propia, el P.S.O.E., y los abertzales que lo sufrieron como una lista de asesinatos están ambos aproximando la llegada de la paz. Lejos queda la gestión del estado del P.P., hacer poco pero sin corrupción. Privatizar. Caerse en la carrera es posible, si se deja de trabajar por no disgustar al jefe es cohecho. Matar diferente a suprimir es ilegal, es cosa de tropas. No es propio de un estado. A la banda armada el enfrentamiento también la ha dejado por corrupta.
Llega lo mejor de la transición. Tenemos sitio preferente para albergar la paz en un contexto político difícil. En Catalunya ya había tregua. Bienvenidos el resto a la sensibilidad, que nos lleva plantar cara.

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